Baréin
El país árabe más pequeño del mundo es en realidad un archipiélago arenoso y llano de treinta y tres islas ubicadas en el Golfo Arábigo, entre Arabia Saudita y la península de Qatar. La mayor de las ellas, de cuarenta y ocho kilómetros de largo y quince de ancho, es la que da el nombre a este diminuto Estado insular que es, también, uno de los más distendidos del golfo Pérsico. Como si fuera una ostra, cuesta traspasar su exterior pero, si se consigue, la experiencia merece mucho la pena. Manama, su capital, no cuenta con la sutileza de otras grandes ciudades del golfo Pérsico, pero eso, tal vez, es lo que le aporta tanto encanto. Todo el país se siente orgulloso de una historia, que lo sitúa como epicentro del pasado perlífero del golfo, y hogar del mítico Dilmún, el posible jardín del Edén. Sus principales atractivos y señas de identidad son su ya famoso y propio gran premio de Fórmula 1, una escena artística y gastronómica floreciente, alentada por la importante población extranjera residente, y todas las curiosas características de una sociedad árabe adinerada y moderna, con mucha inmigración iraní, india y pakistaní. Otro atractivo es, sin duda, la hospitalidad de todos ellos que, ante la escasa afluencia de turistas, hace sentir al viajero como una princesa halagada.