Comprende dos porciones de terreno ubicadas en la costa noroccidental de la isla de Borneo, en la que también se asientan tierras de Malasia y, sobre todo, Indonesia. Es un sultanato rico que, bajo la apariencia de ser una tierra muy bien organizada y estrechamente controlada por un excéntrico sultán, esconde una enorme y poco conocida calidez de unas gentes maravillosamente amables, y un entorno natural muy salvaje. Es un tranquilo Darussalam, morada de paz en árabe, que cuenta con los mayores yacimientos de petróleo del todo el sureste asiático. Gracias a ello, no ha convertido sus bosques tropicales en plantaciones de aceite de palma, como han hecho sus vecinos de Borneo. Por eso, en su pequeño territorio abunda la vegetación primigenia, especialmente en el frondoso Parque Nacional Ulu Temburong. Además de él, los principales atractivos del país son sus magníficas mezquitas, que contrastan con los caóticos pero encantadores poblados acuáticos, de palafitos de madera en los que moran familias y más familias, y sus bosques de manglares en los que habitan monos narigudos y cocodrilos. Aunque el alcohol está prohibido, el ambiente islámico reinante es estricto pero relajado, y muy tolerante con otras religiones. Las aficiones de los ciudadanos de la capital, Bandar Seri Begawan, son la comida y las compras, ya que en esta tranquila nación, socialmente muy controlada, la felicidad reside en el culto piadoso y el consumo masivo.
