Bután
El último gran reino del Himalaya es un lugar extraordinario, envuelto en un halo de misterio y magia, donde la cultura budista tradicional acoge con cautela los cambios globales. A menudo es apodado como el último Shangri-La, por sus impresionantes paisajes de cuento ilustrado, donde los picos nevados del techo del mundo se alzan sobre sombríos desfiladeros revestidos de bosques vírgenes, y dzongs que se erigen como majestuosas fortalezas y monasterios. Está dividido en tres diferentes regiones geográficas y climáticas: la planicie de Duar, en el sur, húmeda, tropical, cubierta de bosques, y con alturas que van de los trescientos hasta los dos mil metros; la zona templada central, con una elevación hasta los tres mil; y las grandes alturas del norte, que se elevan hasta los ocho mil, exhibiendo preciosas nieves perpetuas. Los bosques son la base de la economía y también se explotan los ríos y cascadas para la generación de energía. Porque los butaneses se enorgullecen de ofrecer un turismo sostenible, en el que la protección del medioambiente y la conservación de su pureza cultural son mucho más importantes que los ingresos. Esto se traduce en hermosas rutas naturales, una buena red de parques nacionales y unas tradiciones casi intactas, con un budismo muy arraigado, que lo invade todo. Sin embargo, Bután no es un museo; sus habitantes son muy educados, amables, alegres, y están al día de lo que pasa en el mundo, exhibiendo una perfecta combinación de tradición y modernidad que es, quizá, lo más fascinante.