Catar
Su territorio lo constituye la pequeña península que le da nombre, situada en la costa oriental de la península arábiga, en aguas del Golfo Pérsico. De clima seco desértico, su relieve es llano, y sólo en la franja costera es posible una cierta explotación agrícola. El principal recurso del país son sus fabulosos yacimientos de hidrocarburos, de su costa occidental. Un viaje por él puede ser una excelente introducción al mundo árabe, ya que combina muy armónicamente el legado beduino con la elegancia y el lujo modernos, en un ambiente relajado y tolerante con los no musulmanes. Si se pregunta a los cataríes, de innegables raíces beduinas, qué les enorgullece más de su país, la respuesta siempre es la misma: Doha, la capital, que con sus espectaculares rascacielos, su elegante paseo marítimo y sus sofisticados y ultramodernos centros comerciales, es posiblemente el enclave más chic de todo el Golfo Pérsico. Tratando de ir más allá del frenesí consumista que en ella se respira, el país ofrece algunos otros atractivos, con sus zocos tradicionales, su excelente Museo de Arte Islámico y sus líricas dunas de arena. Dicen que el éxito de esta prospera nación no es algo efímero, ya que supo invertir bien su riqueza, y su rápida expansión económica, que apenas se vio afectada por la crisis mundial, la sitúo como un referente dentro de las competiciones deportivas internacionales y las convenciones, principales pilares, junto con su sensacional aeropuerto y su brillante compañía aérea nacional, de su actual poderío. Muchos visitantes que viajan a Catar para después emprender rumbo a otros destinos, al saborear un poco la vibrante ciudad de Doha, terminan volviendo o estirando su estancia.