El Salvador
Es el país más pequeño de América Central, el más densamente poblado y el único que no tiene costas sobre el Mar Caribe. Quizá también el más infravalorado de la zona, y todo porque hasta hace poco quedaba fuera del circuito turístico debido a la guerra civil y a su mala prensa. Sin embargo, el surf lo ha puesto de moda. Y gracias a él los pocos visitantes que se acercan a este pequeño país quedan gratamente impresionados, al ver que las olas no son, ni mucho menos, su único atractivo. Playas desiertas de arena negra, cafetales en laderas de volcanes, coloridas ciudades coloniales y sublimes parques nacionales envuelven el regalo que supone un viaje a este todavía muy desconocido país centroamericano, en el que, ciertamente, vive poca gente fuera de la capital, San Salvador, aunque la que hay suele ser, por regla general, absolutamente maravillosa. Comprar una hamaca en un mercado, hacer submarinismo, emprender una ruta hasta un fortín de la guerrilla, o nadar en el lago de Coatepeque, un cráter volcánico azul cristalino son algunas de las muchas cosas que antes solo estaban reservadas a un puñado de resueltos surfistas y corresponsales extranjeros, que se lanzaban a traspasar sus estrictos puestos fronterizos, y que ahora, sin embargo, superadas ya con creces casi todas las heridas de la violencia, se han abierto a una nueva estirpe de viajeros que llega buscando autenticidad en un país poco visitado, y ahora ya no conflictivo, que cuenta también con una vibrante escena de arte contemporáneo, con muchas poblaciones que giran en torno a actividades creativas, y con una población deseosa de conversar sobre temas interesantes, que controlan bastante bien, por todo lo que han vivido.