Libros recomendados
  • «Viaje por la arqueología de Jordania» de Carmen Blanquez y Ángel del Río.
  • «El libro de la Independencia» de Pablo Rey.
  • «Honor perdido» de Norma Khouri.
  • «Insegura está la cabeza» de Hussein de Jordania.
  • «Siria, Jordania y Líbano” de Luis Argeo Fernández.
Fotos
  • 84EV5201
    FUENTE: asierreino.es

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Jordania

Jordania Clásico
8 días
Desde 1140 euros + vuelo

Jordania

Un enclave seguro en una región de conflictos. Una meseta a unos setecientos metros de altitud media, dentro del gran desierto de Arabia que, desde siempre, ha acogido con talante afable a los visitantes; Sí, desde siempre; desde aquellas caravanas de camellos que recorrían la legendaria Carretera del Rey, cargadas de incienso, para intercambiarlo por especias, a aquellos otros mercaderes nabateos, o legionarios romanos, o ejércitos musulmanes y fervientes cruzados, que atravesaron esas tierras, recibiendo hospitalidad y dejando, a cambio, grandes monumentos, tales como anfiteatros, castillos o mosaicos que, todavía hoy, siguen fascinando a nuevos viajeros en busca del mundo antiguo, y de los orígenes de la fe. Pasear por Wadi Rum al atardecer explica muy bien por qué Lawrence de Arabia se sentía tan atraído por esos parajes de arenisca erosionada y dunas rojizas. Un mar de sal, en el punto más bajo del planeta, cañones por los que fluyen aguas estacionales, oasis con palmeras, y una explosión de flores primaverales que cubren áridas colinas son algunos de los grandes patrimonios de esta tierra, que luego tiene, por supuesto, a la gran Petra como estandarte. Esta antigua ciudad nabatea, encerrada en el corazón de las escarpaduras de arenisca, es la joya de la corona entre las numerosas antigüedades del país. Desde que el explorador Jean Louis Burckhardt hablase en Europa de la necrópolis rosada en el siglo XIX, el recorrido del Siq hasta el Tesoro, su monumento más emblemático, ha impresionado sin fallo incluso a los más viajados. Pero aún más que de Petra, los jordanos pueden alardear de otro tesoro, llamado tolerancia, algo esencial para acoger infinitas oleadas de visitantes, a lo largo de los tiempos. Una virtud que el país ha cultivado ampliamente, en todas sus épocas pasadas, y lo sigue haciendo en las presentes, con los miles de refugiados de Palestina, Irak y, más recientemente, Siria,, que se acercan hasta su puerta.