Palestina
Dividida en dos estados desde 1947, a causa de una controvertida decisión de la ONU, tras la Guerra Mundial y el Holocausto nazi, y entregada parcialmente al pueblo judío, que creó el estado de Israel, los hoy llamados Territorios Palestinos suenan a sinónimo de conflicto sin resolver, y a pueblo aplastado, ocupado y maltratado. Situada en la intersección de Asia, Europa y África, ha sido históricamente, y desde los albores de la historia, para diferentes culturas, imperios y religiones, un punto de encuentro. Y también de profundo desencuentro. Sagrada para musulmanes y bahaíes, y cuna del judaísmo y la cristiandad, Tierra Santa invita a sumergirse en la riqueza y la variedad de sus tradiciones religiosas. Para los musulmanes, solo La Meca y Medina son más sagradas que el Al-Haram ash-Sharif de Jerusalem, quizá la propiedad más disputada sobre la faz de la Tierra, Monte del Templo para los judíos. Para éstos, es en esta tierra también donde se encuentra su fundamental Muro de las Lamentaciones, y las suntuosas sinagogas bizantinas. Las romanas, por su parte, situadas en torno al mar de Galilea, fueron compartidas, antes de separarse, por judíos y cristianos. Estos últimos acuden a explorar con devoción los sagrados lugares ligados al nacimiento de Cristo en Belén, a su crucifixión, en Jerusalén, y a su ministerio, en Nazaret y los alrededores del mar de Galilea. Es por todo esto por lo que un viaje a Palestina no deja a nadie indiferente.