Con sus transparentes mares turquesa, cafetales y bosques nubosos, este país centroamericano ofrece relajación y aventura a partes iguales. Multitud de islas desiertas, tranquilo ambiente caribeño a un lado y olas enormes en el Pacífico al otro, son sólo algunos de los muchos atractivos de su oferta. Porque al borde del agua comienza otro mundo, que se puede descubrir haciendo submarinismo con tiburones ballena en el Pacífico, buceando por los arrecifes multicolores de Bocas del Toro o navegando a vela por Guna Yala, cuyas islas vírgenes apenas han sido pisadas. Ciudad de Panamá es dinámica y culturalmente diversa, rústica y sofisticada. La costa de un azul cegador y los rascacielos relucientes recuerdan a Miami, aunque muchos comentan con guasa que se oye más inglés en Panamá. Ya está en marcha el primer metro de América Central, su sensacional casco histórico renovado y se acaba de completar una ampliación enorme del canal. La naturaleza del país hay que descubrirla. No viene sola. Se pueden explorar las ruinas de los fuertes españoles en la costa caribeña o adentrarse en territorios autóctonos en una canoa. La fauna es incidental: un resplandeciente quetzal en la senda de las tierras altas, un grupo rebelde de monos aulladores fuera de la cabaña o una ballena que emerge del agua y convierte el viaje en ferri en un acontecimiento lleno de adrenalina. El turismo de aventura incluye sobrevolar la selva, nadar junto a tortugas o hacer senderismo contemplando las sublimes vistas de los bosques nubosos, porque Panamá puede ser todo lo salvaje que uno quiera.
