República Dominicana
Aunque a menudo se le identifica sólo con sus complejos playeros del todo incluido, en realidad es uno de los países más variados del Caribe, con una evocadora historia colonial y un pueblo cálido, hospitalario e increíblemente divertido. Comparte con Haití la isla de La Española, asentándose en su parte oriental. Muy marcada por los cientos de kilómetros de su costa, muchos de ellos con increíbles playas de arena blanca a la sombra de las palmeras, y otros bordeadas espectacularmente por acantilados rocosos, el mar hace de límite, vía de escape y denominador común entre los pueblos pesqueros, cuyas orillas se han utilizado tanto para amarrar barcos como para levantar patios de recreo para turistas, pequeñas localidades y ciudades como Santo Domingo, la más grande del Caribe y el primer asentamiento europeo fundado en el Nuevo Mundo. Fuera de la capital, buena parte del país es netamente rural. Yendo hacia el interior, se alcanzan buenas vistas que recuerdan al paisaje de los Alpes; de hecho, cuatro de los cinco picos más altos del Caribe se alzan sobre las fértiles tierras bajas que circundan Santiago. En el suroeste del país se extienden remotos desiertos que la dotan de una complejidad inusitada, casi tan grande como la de su agitado pasado, que ahora se refleja en su variedad étnica, fruto del mestizaje entre españoles y esclavos africanos, con un pequeño componente indígena.