Situada en el noreste de Sudamérica, es un país cálido en el que convergen varios ríos. Como consecuencia de la colonización, la esclavitud y la inmigración, la mayoría de países de América tienen una alta diversidad cultural. Es el caso de esta pequeña nación, que destaca especialmente por albergar muchos grupos étnicos de origen diverso. Conocida antiguamente como Guayana Holandesa, tiene tan solo ciento sesenta y tres mil kilómetros cuadrados de extensión territorial, y menos de setecientos mil habitantes, que conforman una población multilingüe, multireligiosa y multiracial, con raíces en África, Europa, Asia y América. Tanto en Paramaribo, la efervescente capital colonial holandesa, como en las impenetrables junglas del interior, el viajero recibe una cálida acogida por parte de descendientes de esclavos africanos huidos, de obreros indios, de indonesios, chinos, indígenas amerindios, o de colonos holandeses y británicos, que todavía viven en estas tierras. Cuesta desplazarse por este país de grandes ríos y densa selva, y la mezcla de idiomas puede hacer que sea difícil la comunicación pero, si se organiza bien, la experiencia es realmente única, y merece mucho la pena ya que uno descubre que uno de los países más pequeños del planeta, y uno de los más desconocidos es, a su vez, uno de los más completos e interesantes. En muchos aspectos, todo un gigante.
