Tayikistán
La habitual definición como principalmente montañoso no es muy exacta para un país cuya mayor parte del territorio está formado por una gran meseta. Este rasgo de la naturaleza le ha concedido una valiosa ventaja frente a sus vecinos, de entre los que destaca, sin embargo, con orgullo, por poseer algunos de los paisajes escarpados más sugerentes del planeta. Las montañas de Tian Shan, Guissaro-Alai y Pamir, en la parte sudeste del Asia Central, entre el río Syrdarja y el valle de Ferganá al norte, las cordilleras de Pamir y Paropamiz al sur, el lago de Karakul, y el curso superior de Murgab, al este, o los valles de Guissar y Vachs al suroeste, son sus principales cartas de presentación, junto con las cordilleras de Turquestán, Alai y Zeravsan, que atraviesan longitudinalmente el país. A tan sólo una hora de carretera de Dusambé, la capital, se ubican, majestuosos, algunos lagos de tonalidades increíbles, picos que piden a gritos ser ascendidos, y pasos de montaña que entusiasman incluso a los viajeros más sedentarios, en un esplendor natural salpicado de pueblos y ciudades que sobreviven a una climatología extrema. Para estas comunidades tradicionales no ha sido fácil adaptarse al mundo cambiante, más allá de sus bastiones montañosos y, aun así, siempre son hospitalarios con los forasteros y perdonan tranquilamente cualquier desliz cultural como parte inherente de su orgullosa democracia. A quienes toleren alguna que otra dificultad durante el viaje, como habitaciones sin baño o agua caliente, o malas carreteras, el país les premiará con una insólita visión de lo que es, en realidad, la vida real en uno de los techos del mundo.