Turkmenistán
Árido y de clima seco continental, este país se sitúa en la parte suroeste del Asia Central, entre el Mar Caspio, el río Amú-Dariá, y las cordilleras de Ustiurt, Kopetdag y Paropamiz. Su relieve es plano, y más de tres cuartas partes de su territorio están ocupadas por el desierto de Karakum. Limita con Kazajstán, Uzbekistán, Afganistán e Irán, y su subsuelo es rico en varios minerales, además de en petróleo y gas natural. La república más misteriosa e inexplorada de Asia central cobró notoriedad debido a la insólita dictadura de Saparmyrat Niyazov, que gobernó bajo el seudónimo de Turkmenbashi, líder de los turkmenos, hasta su muerte en 2006, llenando este poco conocido y desértico Estado asiático de doradas estatuas de su propia persona y ostentosos monumentos que, estos últimos, sin embargo, han añadido un aliciente extra a lo interesante que ya de por sí es esta indómita tierra. Pese a que muchas de las infraestructuras megalómanas de su régimen han sido ya desmanteladas, un gran número de visitantes sigue viendo Turkmenistán como una especie de parque temático totalitario. Aun así, el país menos visitado de la región ofrece mucho, y es una tierra ancestral de poderosa espiritualidad, tradición y belleza natural. Las antiguas ciudades de Merv y Kunya-Urgench evocan estampas de las caravanas que recorrían la Ruta de la Seda, mientras la inquietante belleza del desierto de Karakum y la de otros peculiares parajes naturales inspiran una fascinación poco usual. En última instancia, llegar a conocer la esencia del país pasa por mezclarse con sus cálidos y seductores habitantes, cuya hospitalidad es legendaria.