Venezuela
Polémica y controvertida en lo político, en cuanto a naturaleza, el país lo tiene todo. Dividida en tres regiones naturales es, ciertamente, una tierra de Gracia, tal y como la rebautizó Cristóbal Colón en 1498, por ser tan extrañamente bella y tan bellamente extraña. Mientras otros países sudamericanos tienen el romanticismo del tango, Machu Picchu o el carnaval, como principales atractivos turísticos, Venezuela sólo suele ser nombrada por su discutida revolución bolivariana o, si ya se quiere salir de ahí, por el petróleo. Sin embargo, si se profundiza un poco, se descubre un amplio abanico de tesoros ocultos, con muchos y muy diferentes ecosistemas. El sexto país en extensión de Sudamérica tiene cumbres andinas; el tramo más largo de costa caribeña en una única nación; serenas islas en un mar turquesa; humedales a rebosar de caimanes, capibaras, pirañas y anacondas; el húmedo, caluroso y siempre enigmático Amazonas, y una ondulante sabana salpicada de montañas de cimas planas llamadas tepuyes. Y un pueblo, el venezolano, orgulloso y luchador, al que si se le entra por derecho, es el valor más preciado a la hora de descubrir la generosidad de las increíblemente escondidas joyas de un territorio arrebatadoramente bello, y relativamente compacto, en el que muchas de las emociones se hallan bastante próximas entre sí.