Yemen
Durante muchos años ha permanecido casi en el olvido, pues viajar a él se tornó, ante tanto conflicto, como una experiencia inviable. Pero lo cierto es que es uno de los destinos más sugerentes, atractivos e interesantes del planeta. Desprovisto del oropel de muchos estados del Golfo Pérsico, este país compensa todo eso, con creces, con la profundidad de su historia y el apego a sus tradiciones y su rica cultura. Pese a ser el territorio más fértil de toda ella, es el pariente pobre de la península Arábiga. Pero ahí radica su encanto. Sin la riqueza petrolífera de sus vecinos, es como una cápsula de tiempo que preserva las tradiciones y el tejido de la antigua Arabia. Su historia suena a leyenda; para los romanos, era, por su fertilidad, Arabia Felix, la Arabia feliz. Gilgamesh, el héroe de la mitología mesopotámica, fue allí en busca de la vida eterna. Noé botó en esas tierras su arca, mientras que la reina de Saba gobernó el territorio, al tiempo que el comercio del incienso le aportaba increíbles riquezas. Consta de una franja costera semidesértica a lo largo del Mar Rojo y de una zona montañosa, más húmeda, en el interior, donde se desarrolla la agricultura, sorgo para el consumo interno y algodón para la exportación. El tradicional cultivo del café moca ha sido gradualmente sustituido por el qat, una hierba narcótica, que es vital para los yemeníes, y es una de sus principales señas de identidad, junto con el kalashnikov y la jambia, el tradicional puñal que todo hombre debe portar, y que nunca olvidará quien se aventure a recorrer esta tierra, desde su capital, Sanaá, en el oeste, con sus rascacielos de barro, hasta las bellas montañas del norte, pasando por el increíble valle de Hadhramaut, o por los insólitos y fantásticos paisajes de Socotra, frente a la costa sur.